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LAROLES

La sede oficial del Ayuntamiento, destaca su iglesia, del siglo XVI, con una cúpula única en La Alpujarra. Se puede visitar la casa-museo de Pilar Pérez donde podemos contemplar la vida en la Alpujarra de anteaño.

El origen del nombre probablemente sea de herencia romana, debido a los “laureles” que crecían por la zona y el pueblo destaca también por sus castaños, cuyos magníficos ejemplares y sus deliciosos frutos han sido usados como objeto de transacción a lo largo de la historia local.

¿QUÉ VER?

Un recorrido por Laroles le llevará a conocer los elementos típicos de la cultura alpujarreña, cuya herencia morisca dota a este enclave de un importante valor patrimonial. Así una de las visitas fundamentales es la Iglesia de Nuestra Sra. del Rosario, construida en el siglo XVI, famosa por su torre, añadida en el siglo XVIII y coronada por una cúpula única en La Alpujarra. Además de la iglesia existen dos pequeñas ermitas: la ermita de San Sebastián, situada al lado del cementerio y la ermita de la Virgen del Carmen, integrada en una vivienda particular que santificaba el acceso principal de la población y que según cuentan, su imagen fue escondida para salvarla de la destrucción durante la guerra civil.

Este pueblo conserva en el encanto de los pueblos tradicionales andaluces y particularmente de la Alpujarra. Las calles de San Pedro, Posito, San Julián o la Plaza de la Constitución les mostrarán casas señoriales que son ejemplos de la arquitectura tradicional alpujarreña. Son casas con 2 o 3 plantas, con balcones que salen de fachadas blancas y cuya construcción conservan elementos de un pasado árabe.

No es extraño en Laroles encontrar a mujeres que van hoy día a uno de los dos lavaderos con sus faenas; estos lavaderos se encuentran situados al final de la calle Agua uno, y otro debajo del parque infantil.

Un paseo por los alrededores le permitirá contemplar antiguos molinos de agua, antiguas eras de trilla y fuentes que evocan grandes recuerdos a los lugareños, como la Fuente de Mauricio, punto de encuentro frecuente para los enamorados.

El Área Recreativa del Río Laroles es una instalación deportiva al aire libre donde además de ejercicio se puede disfrutar de varias fuentes con agua que viene directa de la montaña. Es un gimnasio en plena naturaleza con unas magníficas vistas. Otra visita de interés es la de El Pago de Joplón, lugar donde estaba situado el antiguo pueblo de Joplón que databa de tiempos romanos. Se cree que este asentamiento abandonado a finales del siglo XVI dio lugar al actual pueblo de Laroles. Las yeserías de Joplón incluyen unos hornillos de yeso bien conservados, probablemente del siglo XIX y que aún se pueden visitar.

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MAIRENA

Merece la pena explorar las calles de Mairena, uno de los pueblos blancos mejor conservados de la Alpujarra. Conocido por sus privilegiadas vistas, desde el mirador de la ermita puede contemplarse la Sierra de la Contraviesa, la Sierra de Gádor, Sierra Nevada y más de 10 pueblos de los alrededores, de ahí que Mairena sea conocida con el sobrenombre de “el Balcón de la Alpujarra”. En días claros desde Mairena se puede llegar a ver la costa africana.

¿QUÉ VER?

Por encima del pueblo, se encuentra un conjunto de 7 eras realizadas con grandes piedras planas y con finalidades agrícolas. Aquí es donde, a finales de julio, se trillaba la mies utilizando una pareja de mulos. Todo el proceso iba dirigido por el «trillaor» que iba subido en un trillo de madera.

Se puede dar un agradable paseo por las huertas y fincas agrícolas por debajo de Mairena cogiendo una pista que desemboca en la carretera de Laroles-Valor. Siguiendo esta pista llegamos al Peñón de la Alfaguara, donde se puede disfrutar de unas vistas espectaculares del paisaje y del pueblo. El significado del Peñón no se sabe con exactitud; sin embargo, se han encontrado indicios de que había un cementerio medieval allí, hecho que a su vez implica un posible valor espiritual en el lugar al menos en tiempos de los árabes. Su posición privilegiada sobre el paisaje también hace creíble la teoría de que el Peñón jugaba algún papel relacionado con el horario solar como se ha visto en otros Peñones de la zona (Ej. el Peñón de Picena).

A orillas del río Mairena encontramos los restos de varios molinos, construcciones hoy abandonadas, que son el reflejo del trabajo duro y la importancia de la agricultura en el municipio de Nevada.

Si seguimos el sendero conocido como «El Camino de la Sierra», disfrutaremos de unas vistas maravillosas de Mairena y sus paisajes.

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JÚBAR

Júbar es la más pequeña y más alta de las localidades que forman parte del municipio de Nevada. Constituye en sí misma un auténtico placer visual. Esto se debe tanto al estilo tradicional de su arquitectura como a la exuberancia de la vegetación en la que aparece totalmente integrada. Es un tranquilo refugio apenas afectado por el tiempo y que goza de unas de las mejores vistas de toda la Alpujarra.

De posible origen medieval, Júbar presenta un hermoso paisaje de disposición escalonada donde la adaptación al terreno ofrece un conjunto urbano circundado por un espacio agrícola. Sus calles y casas responden a la estructura y arquitectura tradicional alpujarreña, por lo que el visitante encontrará un auténtico placer pasear por sus pintorescas y acogedoras calles blancas.

¿Qué ver?

Uno de los monumentos más destacados del municipio de Nevada es la Iglesia mudéjar de Júbar. Situada en el extremo oriental, esta iglesia está dedicada a la Advocación al Stmo. Cristo de la Columna.

En los alrededores encontraremos El Castillejo de Júbar, restos de una antigua fortificación, que se corresponden con una muralla que, seguramente rodeaba a todo el conjunto, excepto en el extremo sur, que se halla cubierto por un espolón rocoso. En la zona oeste aparece un muro de piedra seca de 1 metro de ancho y 62 metros de longitud aproximadamente.

Pasear por las calles de Júbar es saborear la tradición, sentir el arraigo y las costumbres de Andalucía. En nuestro recorrido encontraremos elementos típicos como los lavaderos; éstos solían construirse a las afueras del pueblo aprovechando la existencia de un pozo o fuente y estaban destinados tanto para el ganado como para mejorar la higiene de los habitantes. El lavadero de Júbar es uno de los pocos de la comarca que conserva su disposición primitiva.

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PICENA

Es uno de los pueblos de la Alpujarra que mejor mantiene la arquitectura tradicional alpujarreña, con laberínticas calles y casas escalonadas por la ladera, que proporcionan al visitante una vuelta al pasado.

 ¿Qué ver?

Uno de los monumentos más importantes de Picena es la Iglesia Parroquial de San Cecilio, construida en estilo mudéjar a mediados del siglo XVI y quemada durante la rebelión morisca. Reformada y ampliada en el siglo XVIII, aunque modesta, esta iglesia es un ejemplo de arquitectura religiosa neoclásica. De carácter religioso encontramos también la Ermita de las Ánimas de Picena, situada en la planta inferior de una casa particular y que contiene la imagen policromada de una Virgen con el Niño en una hornacina de madera, también policromada. Esta ermita estaba destinada a la santificación del acceso a la población desde la vega.

Un tranquilo paseo por las calles del pueblo le mostrará rincones tan singulares como el Callejón de la Aurora, estrecha callejuela de origen medieval, cubierta por una vivienda y que es claro ejemplo del intrincado trazado urbanístico musulmán. El paisaje de Picena está lleno de casas blancas con balcones, con galerías superiores abiertas que representan la arquitectura y el modo de vida de la Alpujarra andaluza.

Merece la pena visitar los restos del antiguo Castillejo de Picena que se encuentran en el margen derecho del Río Picena, sobre un pequeño cerro. Aunque sólo se conserva parte del muro de la fortificación, las vistas en ambas direcciones son espectaculares. Se accede bajando la carretera dirección Cherín por una pista situada a la izquierda.

Uno de los puntos más emblemáticos es el Peñón de Picena. Está situado al lado del cementerio y tradicionalmente marcaba el final del día laboral en el campo, se dejaba de trabajar en el momento en que el sol se quitaba del peñón, costumbre que tenía su sabiduría natural: «la ida del sol señalaba la llegada del frío».

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